Juego libre o dirigido

Juego libre o dirigido

Muchos padres, educadores, abuelos y cuidadores nos preguntáis si juego libre o dirigido en la educación de los peques y nosotros  consideramos que lo más adecuado es un equilibrio entre ambos, ya que son complementarios, a la vez que necesarios.

  • JUEGO DIRIGIDO

    En el juego dirigido se puede definir un objetivo específico, introduciendo un vocabulario nuevo o diseñando un entorno para promover unos valores concretos; exige por parte del adulto, una preparación previa para establecer el inicio y el final, el material a utilizar y las reglas a seguir. Durante el desarrollo del juego dirigido, el adulto puede reconducir la acción del niño para obtener el resultado correcto o deseado aplicando siempre disciplina positiva.

En este tipo de juego, se puede potenciar una actitud lúdica por encima de la actitud competitiva y mediante la intervención del adulto, es posible proponer variantes o alternativas, siguiendo el mismo hilo conductor, para salvar la falta de interés en un momento determinado.

Por otro lado, el juego dirigido presenta una serie de desventajas que coinciden con los aspectos positivos del juego libre.

  • JUEGO LIBRE

    En el juego libre se permite la espontaneidad del niño porque no existe limitación en su libertad de expresión; a su vez, desvela cuales son los intereses y las motivaciones del pequeño; también fomenta la autonomía del menor al dejar espacio para desarrollar su creatividad y su imaginación.

Por otra parte, el juego libre puede resultar a veces repetitivo, porque los niños se encuentran cómodos en la rutina; a excepción de aquellos peques curiosos que apunten un espíritu explorador. Tampoco presenta igualdad de oportunidades, en una dinámica de grupo, para aquellos niños tímidos, introvertidos o retraídos, ya que no participa un adulto para apantallar al niño que adopta el rol de líder. En cambio, el juego dirigido, se adapta a las necesidades especiales de los participantes.

  • RECOMENDACIÓN

    Nuestra recomendación es proponer escenas de juego dirigido en períodos cortos de tiempo cuando el niño esté tranquilo o descansado, combinando esto con espacios de juego libre de una duración mayor, en los momentos donde el peque muestre señales de cansancio o fatiga.

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