Estas fechas navideñas son un buen momento para fortalecer el vínculo afectivo entre padres e hijos; mientras escribimos la carta a Papá Noel o a los Reyes Magos, podemos aprovechar la ocasión para educar en algunos aspectos como la moderación y la solidaridad, además de trabajar varias habilidades como tomar decisiones, establecer prioridades y hacer un balance anual. Por otro lado, también podemos conocer más a nuestros hijos, investigando que es lo que más ilusión le ha hecho durante el año, que situación revive como la más divertida y qué recuerdo relata con más emoción.
En esta época, además, conviene evitar el síndrome del niño hiperregalado. La avalancha de regalos puede provocar niños frustrados, individualistas, consumistas y caprichosos. Con tantos focos de atención, serán incapaces de concentrarse en alguno; tampoco valorarán tantos obsequios, creyendo que todo se consigue con facilidad y que el esfuerzo no es necesario; se mostrarán poco interesados en utilizar la imaginación y la creatividad para jugar.
Como padres, os invito a reflexionar y contactar con la esencia del ser humano, para ordenar las prioridades y recordar que quienes importan más son las personas que estamos formando en nuestros hogares, quienes necesitan nuestro tiempo y atención, tanto en calidad como en cantidad.
La sociedad materialista en la que vivimos, donde se defiende que somos lo que tenemos y que valemos según lo que somos capaces de conseguir, tiene un aliado importante en la publicidad de los medios de comunicación. Si a este hecho, sumamos el sentimiento de culpabilidad de los padres, por estar muy ocupados con las numerosas responsabilidades, lo más sencillo a corto plazo, es cubrir esta falta de presencia con bienes materiales para llenar el vacío emocional de los más pequeños y finalmente, acabamos comprando todo lo que piden.
Para terminar, insisto en que los beneficios a largo plazo compensarán un poco de mesura hoy y os recomiendo elegir un juego para compartir y aumentar las habilidades sociales.